martes, 15 de abril de 2014

Temblor

En el ocaso,
con esa luz antigua, desgastada,
en el momento justo en que las hojas
del olivo perdían su color,
no eran ya gláucas, pero aún no eran negras,
eran médula gris, tiempo sin tiempo,
y mis ojos buscaban aferrarse
a las palabras últimas de un texto
que llegaba a un final emborronado,
alcé la vista y vi cómo temblabas.

Lo vi. Temblabas
en la luz enfermiza del ocaso.

Temblabas. Yo lo vi
con los ojos que no veían claro
el color de las hojas del olivo
ni las palabras últimas de un texto
que dejó de inmediato de importarme.

Temblabas. Yo lo vi.

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